miércoles, 14 de diciembre de 2016

Las baladas que nunca escucho.

A veces, vives en un momento que te desfigura y te transporta a lugares, ideas y comentarios en los que quizás no querrías estar.

A veces, te desprecias sin querer reconocerlo, desperdicias palabras y oportunidades con el tiempo a las espaldas y las mentiras  las guardas en un saco viejo y humedecido.


Repites cada una de las frases que te convencen a seguir siendo la droga de algún yonqui moralmente desfigurado sin atisbos de inteligencia emocional.

La triste sombra de lo que quizás ya no vuelvas a tener cerca.

Y sin saber cuánto tiempo es necesario para dejar de ser droga, los pétalos se tiñen de un color más oscuro, más acorde al alma desprendida y aventurera 

que se corrompe a sí misma.
Sin más se consolidan las perfectas tormentas con la pausa más efectiva 
en el tiempo. 
Las palabras no pesan y la confianza derrite mis pupilas.

El canto de mi alma cuenta cada una de las historias. 

Escucha para poder entenderme... lee entre líneas.
Aborda con pasión el desafío de calmar las ansias.
Devuelve a la vida ese brillo que solía tener, acoge el calor de unas manos, 
el sabor de un beso sin más que una casualidad. 
Haz lo que sea, pero hazlo.
Para ser más que droga, para ser más que el recurso fácil de un yonqui inquieto y deshecho sin más aspiraciones que un momento de fricción.

Salpicando los errores sin contar la demencia escrita.

La continua confusión, sin seguridad aviva las llamas de lo más tóxico que nos encontramos en mis rarezas. 
Y pretendo que seas olvido. 
Siempre pasado y roto.

Clavar mis raíces en bases sólidas, sinceras y rabiosas.

Prendidas de ira mis ganas de seguir indomable.








No hay comentarios:

Publicar un comentario