lunes, 16 de marzo de 2015

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Una encrucijada de la que no sé cómo liberarme sin salir machacada.

No estoy decidida a nada … pero sé que voy a hacerlo todo.

Puede que sean las ganas de sentir más.

Puede que sea la inevitable atracción a la tragedia que me llama.

No lo sé.

No puedo saberlo.

Es una sensación desperdigada entre tanto día loco
y las ganas de volar.
No puedo con tu mirada y las palabras...
qué creer y qué no.
Qué hacer y qué no para no acabar marcada,
como muchas otras.
 Para no acabar siendo una más,
de miles o de tantas.
Para respetarme a mí
antes que a ti.
Porque no siento más que miedo
y ganas de tener miedo
cuando me acerco a ti.

Una atracción moldeada.
Quizás exagerada, quizás más falsa de
lo que espero y quiero.

Desesperarme en el tiempo mientras me desnudo
y te cedo mi cuerpo,
nada más de mí.
El resto, reservado para algo verdadero,
que se merezca el conjunto,
todas mis esquinas y mis puntos cardinales,
mis lunares y mis secretos.

Unos brazos donde poder sentirme vulnerable,
sin miedo a caer y romperme.
Sin miedo a abrir algo más que mis piernas.

jueves, 12 de marzo de 2015

Una reflexión de media noche o una cursilada. Es que el nombre me da igual.




Me dispongo a escribir lo que más miedo me da retratar con palabras.
Aquello en lo que he confiado y que siempre he tenido.

Vuelvo a tener un corazón palpitante, confiado y sincero ante lo que se me presente.

Eres todo lo que has podido sentir y vivir... y yo, he vivido y sentido el amor más puro.

No puedo evitarlo, ni decir que no existe.


Es real, tan real como cualquier otro sentimiento humano que podemos tener.

Es realmente especial un te quiero en el momento adecuado.
Es un escalofrío... susurrar al oído que quieres parar el tiempo.

Un sentimiento tan intenso que puede parar hasta el reloj si es de verdad.

Puedes vivir en una habitación, sin más que música y una cama.
Seguir con cada paso un día más luminoso.
Sonreír es más que habitual.
Reprimir todo lo que nos puede hacer felices es ilógico y una pérdida de tiempo continua.
Pero es lo más normal en los tiempos que corren.
Y yo no entiendo nada.

Perdemos la esencia de lo que nos mueve.
Nos parece raro escuchar algo sincero.
La ironía está matando lo que nos puede permitir
respirar.
Temblar al oler...temblar, sentir que tiemblas y respirarlo,
disfrutar todo lo que lleva consigo el momento.
Ese momento de vivir y sentir 
como el amor recorre el cuerpo,
cada esquina, con cada toque,
con cada espina.

Perdemos en cada paso y en cada frase desleal 

lo que podría marcar un antes y un después. 
Preocupándonos de lo que no nos lleva a ninguna parte.

Lazarse al abismo por sentir.

Despejar la mirada a que los amaneceres
sean más divertidos
más especiales y eternos.

Porque un perfume puede recorrer el alma

y un par de palabras pueden dibujar 
y reinventar las posibilidades.

Cuando unos ojos señalan todo lo que quieres ver

y un beso sigue recordando todo lo que creías no sentir.


Amar

te reconstruye
te reinventa
te acelera las pulsaciones
te desgasta el alma
te enseña a comprender
a valorar
a mirar a los ojos
y ver más que una simple mirada.

Puedes reírte al leer esto, puedes pensar que estoy como una cabra, puedes pensar que soy una niña más de las muchas que idealizan todo lo que ven.

Pero no, hablo desde mi verdad, desde mi experiencia y de mis mil poemas con el corazón destrozado...y otros mil que retratan lo feliz que fui y soy.

Puedo elegir no volver a vivirlo.


O quizás puedo elegir volver a creer en mí y en ese sentimiento maravilloso

que aún sigue vivo en algunas partes de este mundo cada día más escéptico y frío.




domingo, 1 de marzo de 2015

Una menos.


Nada como una dosis de realidad, para seguir con los pies en la tierra.




Seguir los pasos, olvidarme las fantasías por el camino
no comprendemos bien lo que es la realidad al separarnos de ella...
pero cuando vuelve duele,
retuerce, pero cura.
Reinventas el camino a base de pequeñas dosis de ella.
Te despiertan tras el tiempo que adormece.
Es caer y levantarte nuevamente
para reinventar los pasos.
Sacar todo lo que no sea correcto del mismo.
Duele perder, duele no poder soñar cada día.
Pero existen cosas peores.

El autoengaño tangible en cada persona,
la sonrisa filosófica y poco verdadera que recorre el tiempo,
despedaza mis esperanzas ante ti, ante cualquiera.

Mi realidad es no confiar en nadie.
Lo es y lo será.

Y miro con envidia 
la mirada de un soñador
la certeza de vida,
de felicidad y amor.
Pero no la creo, la creía cierta antes
pero ahora ya no existe.

No paro de intentar separar lo que mi realidad comprende
entre tantos actos de incomprensión sentimental.
Ante tantos secretos y tacto agradable.
Me miento y desmiento cada día un poco más 
y de manera diferente.

Una idiotez con nombres y apellidos
que me ciega una noche tras otra.
Hasta la siguiente lluvia de agua fría
que congele un poco más el corazón.

Ese músculo encadenado, oscuro
y palpitante que no me hace ningún caso
y que no para de despertarse y morir 
cada día un poco.