Una encrucijada de la que no sé cómo liberarme sin
salir machacada.
No estoy decidida a nada … pero sé que voy a hacerlo todo.
Puede que sean las ganas de sentir más.
Puede que sea la inevitable atracción a la tragedia
que me llama.
No lo sé.
No puedo saberlo.
Es una sensación desperdigada entre tanto día loco
y las ganas de volar.
No puedo con tu mirada y las palabras...
qué creer y qué no.
Qué hacer y qué no para no acabar marcada,
como muchas otras.
Para no acabar siendo una
más,
de miles o de tantas.
Para respetarme a mí
antes que a ti.
Porque no siento más que miedo
y ganas de tener miedo
cuando me acerco a ti.
Una atracción moldeada.
Quizás exagerada, quizás más falsa de
lo que espero y quiero.
Desesperarme en el tiempo mientras me desnudo
y te cedo mi cuerpo,
nada más de mí.
El resto, reservado para algo verdadero,
que se merezca el conjunto,
todas mis esquinas y mis puntos cardinales,
mis lunares y mis secretos.
Unos brazos donde poder sentirme vulnerable,
sin miedo a caer y romperme.
Sin miedo a abrir algo más que mis piernas.