Se me enquistan las preguntas sin respuesta
los besos sin amor y las miradas regaladas sin alma.
Me queman los recuerdos, la melancolía y las canciones
que forman la historia de mi vida.
Me atraviesa la aguja del reloj que señala cada uno de los
minutos
en los que aún no te he encontrado.
La aguja que señala cuántos sueños dejamos atados en el
camino,
el tic tac compañero de cada deseo nuevo y
de cada deseo perdido.
Se me acumulan las ganas
el entusiasmo dura un segundo y se me siguen
reteniendo los momentos.
Mueren los sentimientos cuando no hacemos más que meterlos
en cajas,
la mudanza ha llevado su tiempo, crecer y evolucionar.
El cambio y la esperanza de que aquello sea real,
todo aquello que parece un mal cuento escrito por un
masoquista.
El recuerdo que ha pasado a ser un relato de amor
incomprensible,
un recuerdo que parece olvidado, oxidado, deconstruido y
derruido.
¿Cuánto se puede llegar a cambiar frente a un sentimiento?
Y no llegarán.
No llegarán los nuevos recuerdos.
Seguirá la sensación de haber perdido el mundo
de la manera más idiota.
Mil cuadernos te lloran, mil lágrimas
nostálgicas dibujan tu nombre en mis mejillas.
Porque fuiste lo más bonito de mis días.
Sin esperarlo te busco y sin quererlo te siento a veces,
como en aquellos días.
Espejismo eterno que desgarra cada uno de mis vértices
y de manera diferente se presenta cada día.
Espejismo que me lleva a repetir ciertos momentos,
y gritar un "¡cállate!"eterno a mi pasado.
No hables, siente, piensa y actúa.
No pierdas tal tesoro, aullando entre tus manos.
Repitiendo la alegría de la convivencia y la paz de la
confianza pura.
Pérdida del norte y del amor incondicional.
El guardar las caricias bajo llave y que nadie toque tal
sensación.
No se juega con nuestra historia.
El espejismo que me acompaña cada día.
Una historia más viva en mí que el recuerdo de perderla.
Por favor, ven y borra todo lo que pudo ser.
Ven y mata al fantasma, borra el espejismo,
destruye todo y deja que se queme.
