Espera a que pueda desatar mis cadenas
deja que respire el alma de una esencia más que fresca
si ante ti mis ojos no tienen condena
no tienen más que decir ni que pensar...
Sientes lo mismo que yo.
Esos momentos son adictivos para dos rotos entre la gente.
La esencia de las sensaciones se esconde en momentos como estos.
Deseamos lo mismo, respetamos lo mismo y tenemos miedo a más.
Todo lo seguro es que una noche no será suficiente
lo seguro es que la piel pide más, las caricias son pocas
y la pasión vuela con las agujas del reloj.
Poco tiempo y poca distancia hay entre mis manos y tu cuerpo.
Cuando un beso te da oxígeno, cuando no puedes respirar sin tocar,
cuando no puedes tocar sin besar.
El amanecer dulce con tus besos como primer contacto.
Demostrándome así que deseas esto... hoy, tanto como yo.
Sin palabras, más de lo que se puede explicar
se olvidan momentos a partir del éxtasis de las noches y de los días
con más placer del que puede soportar el cuerpo, la mente
llena de conciencia se llena de inconciencia y desconocimiento
llegando a alcanzar el nivel de animal atendiendo solo a
los impulsos de una mente abierta
y descompuesta por ti y tu tacto cálido.
Un puente entre una realidad asquerosa
y una cálida sorpresa de días menos fríos
de noches más ardientes.
Suavizamos las cicatrices con besos y dejando fluir
un poco más la tempestad.
Vienen días mejores.
Vienen noches de incendio.
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Sin conocerte, sin conocerme.
Me atraes sin quererlo.
Un imán más que pasionario y más que distraído a su paso.
Una escena clara de mis labios en tu cuerpo, un constante palpitar de tus palabras, mi mirada y los entresijos de una incógnita constante.
No saber más allá del día a día es lo que puede mantenernos vivos.
No hay más allá de lo que pasa, no hay más allá de lo que se dice.
No se rebusca, no se sobreentiende, no se presupone y no se escandaliza.
Y así sin más puedo pasarme una noche entera pegada a tu espalda para al día siguiente desdibujar mis curvas de tu cuerpo y seguir con mi vida.
