miércoles, 9 de marzo de 2011

1999


Estabamos felices, dulces y pasionales...
más que cualquier otro día, fue una tarde perfecta de camino a ser una noche eterna y mágica...
se esfumó.
Apareció, la gran sorpresa temida y la inseguridad su mejor amiga
una rabia incontenida y ganas de gritar...
Y comenzó la batalla campal, donde yo me cansé y me rendí...
donde él no dejó que el 99 llegara a su fin.

Acostados en una cama
una película que nadie vió y miles de pensamientos que se encerraban en aquella habitación...
un tu y yo tan separado como muerto, unas mentiras o desesperaciones que se clavaban un poco más en el pecho.
Palabras rotas componían ahora aquel universo perfecto donde habíamos vivido tanto tiempo...
donde prometíamos ser felices en cada uno de los momentos.
Roto, absolutamente todo quedó roto tras el relámpago de la tortura que viene de cuando en cuando a hacernos un poco más de hielo en las noches oscuras.

Acurrucados en un abrazo que tenía un cálido toque a despedida
tú, dormías, o descansabas los ojos, las palabras y los sentimientos...
Yo, cerraba los ojos, pensaba y por fin lloraba cuando ya no me veias, y solo se me venía una única melodía " [...]Y ahora relájate,ella lo lleva bien,está aliviada, ¿ves?,todo ha acabado bien[...] "al sentirla todo se desvanecía y sentía que ya no podía más con esto, que todo ha sido inútil, que no valía la pena seguir con alguien que no luchaba por lo que teníamos...
Él dormía, y sollozaba de vez en cuando... hasta que aquella película muda acabó, ahí se encontraba la real y fría despedida.
Estaba congelada, no podía hablar, si lo hacía existía el peligro de romper a llorar y de quedarme en un constante y oscuro dolor que me encerraría a saber por cuanto tiempo...
tenía que salir ya de ahí, tenía que dejar de olerle, de sentir su calor y de mirar a sus ojos y a esa dulzura que transmitían.

De tanto repetirmelo parecía real, parecía que iba a ser la última vez que iba a estar en aquella casa, en aquella cama, en aquel lugar lleno absolutamente repleto de sueños y recuerdos infinitos.
Él no dejó que me marchase de esa manera, él no dejó que todo acabase con esa melodía... él con brazos débiles, con voz rota y amor, todo el que teníamos guardado salió y rompió las ventanas, entro tan suavemente a mi corazón helado de tanto romperse y saco un pequeño sorbo de esperanza que quedaba...
Yo ausente, más débil y viva que nunca por última vez me dejé llevar sin saber donde acabaremos, ni cuando volveré a escuchar esa melodía para indicar que será el final de toda una era, de todo un universo... pronto o lejos, no sé donde se encontrará... pero para evitarlo solo hace falta un puñado de hechos y la ausencia de aquel relámpago que congelo aquella noche, con pinta de ser perfecta y que se convirtió en el pequeño infierno de esta historia de dos.



Y aún así lo más sincero es un pequeño te amo al final de esta historia.

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