lunes, 16 de mayo de 2016

13:33







Se me esfumaron los recuerdos por dejar de ser requeridos.
He desmontado el momento en el que cae la lágrima.
Me salto los capítulos que no llegarán a sorprenderme y cierro el libro mil veces en mi cabeza.
Firmando el final, asegurando las páginas sin que se rompan, sin que vuelva a abrirse.
No lo empece y tampoco supe acabarlo.
Cada una de las letras era más costosa. 
Cada día pesaban más las penas.
 Más y más ganas de soledad.
Recorto mis trazos bajo tus manos gélidas y permito el paso de 
esas frases arrolladoras, de ese capítulo oscuro, de esa trama maestra.
¿Cuántos ciclos se pasan hasta que todo termina en un cerebro decapitado
y un corazón muerto ?
La decepción que llega de manos de lo esperado y desesperado.
 Quemando el libro, deshaciendo los parámetros y oliendo las cenizas
mientras siento como se borra el recuerdo y se queda la melancolía.
Se apaga.
Entre mis manos se apaga... 
Tras un reloj que marca las horas perdidas de cada capítulo encendido y perdido.
Y pongo un final imaginario a una historia ausente.
A un presente preso entre manos cálidas.
Y besos frescos bajo el manto de cenizas que cubre mi cama.



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