Mi desesperanza convertida en ciudad.
Las noches cuando más tranquilas parecen,
son más desalentadoras para mis manos inquietas.
La soledad me corrompe cuando no puedo estar a solas con ella...
Sin un dolor, sin un recuerdo, sin una canción más.
Y me saluda a lo lejos esta vieja amiga, que me lo cuestiona todo.
Todo y más, cada paso y pensamiento.
Y así se hace fría y temblorosa.
Las calles siempre hablan.
Narran cada uno de los momentos y se ríen de tu mediocridad.
Sola me veo en un camino sin salida, donde mis argumentos
se agotan, y donde cuesta sentarse y respirar en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario