lunes, 6 de julio de 2020

Las cenizas





 Oriol Angrill Jordà 


Vivo desde hace ya muchos amaneceres 
con la idea de que ya no existen sensaciones mayores, 
ni sentimientos más intensos de los que ya he vivido.
Siento con gran convicción que ya nada puede sorprenderme...
Ni en el buen ni en el mal sentido.
Recreo en mi cabeza ciertos momentos y sensaciones, la raíz.
El sentimiento.
Pero no llego a una conclusión ni una respuesta.
Y ese sentimiento me asusta y a la vez me da paz.

Quizás ya experimenté la cúspide de mi felicidad
y de mi mayor y verdadera forma de entregar amor.

Quizás ya no volveré a esa intensidad,
toda experiencia te cambia y transforma.
Cada una de las vivencias deja algún tipo de huella.
Yo me conformo con sentir paz y disfrutar
de lo simple, pequeñas fracciones de felicidad.

No aspiro ya a grandes historias de amor
llenas de pasión, magia y fuegos artificiales.
No aspiro a amistades interminables, que
cuando ya se está lleno de arrugas comentas
y recuerdas las andadas de la adolescencia...

No aspiro a confiar y despedazar el alma
para que luego se deseche como un chicle
cuando se le va el sabor, te cansas y lo tiras.
Muchos guiones me representan
comentan sensaciones, sentimientos.
Momentos de la vida que te hacen ver 
las cosas desde un prisma diferente.

No sé si cada vez que conecto conmigo misma,
desconecto con el resto del mundo.
No sé si pertenezco a ciertos comportamientos
tan comunes y presentes hoy en día.
Las banalidades cada vez me aburren más.
Desgarra tu alma y enséñame lo que quizás nadie
quiere ver y podrás entrar en mi mundo.
No quiero superficialidad ni perdida de tiempo.
No busco la aprobación ni el odio, busco la verdad,
respirar hondo y poder sentir la paz.

Las expectativas muchas veces son nuestro
perfecto antagonista.
Nos pueden destruir con la misma rapidez
que aparecen en nuestra cabeza.

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